LEER SIN ANOTAR, ES OLVIDAR



En un tiempo se llega a leer muchas cosas interesantes. Y al leerlas piensa uno ¡Es interesante! No lo olvidare, y lo olvido muy aprisa. Anotar, pues, todas las cosas que más nos llamen la atención. Encierra una verdad indiscutible este juego de palabras: LEGERE ET NIHIL SELIGERE, NEGLIGERE EST, “leer sin anotar, es olvidar”.

Hay oradores  estilistas que saben dar gran vida y variedad a sus discursos y escritos, mediante proverbios a cual hermosos, anécdotas históricas, símiles interesantes, y lo hacen tan hábilmente y con una riqueza que dejan perplejos a muchos. ¿De dónde sacan estos hombres tal abundancia de citas y datos interesantes? No es por arte de magia. Es el resultado de un hábil método de lectura y de una diligencia perseverante.  ¿Queremos también hablar o escribir así algún día?

Coge quince o veinte hojas de papel, córtalas en cuatro y dobla éstas cuartos de hoja en dos. Al encontrar después en tus lecturas algún hermosa sentencia moral, una verdad profunda, ejemplos históricos, un bello pasaje de alguna poesía, ocurrencias breves y originales, epígrafes bien torneados, símiles sorprendentes; no los dejes escapar y escríbelos sobre las células que has preparado.

Coloca después las células en orden alfabético, empezando la reunión de materias, la silva rerum, el “bosque de las cosas”.

Te será muy útil en la vida. ¡Cuántas veces te mandaron escribir un tema dado! Si no tomamos notas habríamos de exclamar “Oh, leí de este asunto, un pensamiento tan hermoso, ¡Sí, lo leí el año pasado!, pero ¿Dónde? ¿En qué libro? No me acuerdo. En cambio, si tienes empezada tu silva rerum, te alegrarás de hallar la célula correspondiente.

Con aplicación constante, al cabo del tiempo tendrás una colección valiosa, que te será de mucho provecho cuando tengas que componer un discurso o tratar algún tema. Principalmente, si continuas leyendo de esta manera, también más tarde, en toda edad. Mons. Toth.

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