EL PROTOCOLO O CEREMONIAL EN LAS EXEQUIAS

 
El Prontuario Protocolo o Ceremonial en las Exequias, es una compilación de los antecedentes de esta ceremonia fúnebre y contiene los siguientes elementos:
 
El Protocolo, El Ceremonial, La Ceremonia. La Formalidad. La Precedencia, La Etiqueta, La Urbanidad, La Diplomacia, El Trato Social, Las Atenciones y Tratamientos y Las Siglas.
      Breve introducción
     El entierro de los muertos era un deber sagrado tanto en Roma como en Grecia. Los romanos practicaron simultáneamente los dos grandes ritos funerarios, la cremación y la inhumación.

     La cremación siempre ha sido el rito más frecuente desde los orígenes. Ceremonia que se celebraba primitivamente de noche, aunque  posteriormente se consagraron las horas de la mañana a estos deberes. Cuando se depositaba el cadáver, sobre una pira, entre perfumes y presentes. Los parientes no debían alejarse mientras duraba la cremación.

El lugar donde reposaba la urna pasó a ser coronado por un monumento: “el Tomulus Cónico o Piramidal”, El Tomulus Cónico o Piramidal, capilla que guardaba el busto del muerto. Había tumbas familiares, que eran verdaderas moradas subterráneas, adornadas de frescos. La gente modesta, enterrada al principio en fosas comunes, terminó por tener, aún en vida, un sitio asegurado en las grandes tumbas colectivas, donde había un nicho para cada urna, dando al conjunto el aspecto de un palomar. De ahí el nombre de Columbarium que se da a estos monumentos
En la Biblia se da noticia de los enterramientos de Abraham, Sara, Lázaro y del propio Jesús, en sepulcros con una roca o piedra tapando la cavidad donde se colocaba el cuerpo, según la costumbre judía. San Jerónimo dice que San Pedro, fue enterrado en la vía triunfal, del otro lado del río Tíber, y San Pablo en la vía Ostiense a tres millas de Roma.
El antiguo calendario romano hecho en tiempos del Papa Liberio, a mitad del s. IV, prueba que los entierros de los cristiano se hicieron fuera de Roma. Entre los judíos era un acto religioso construir sinagogas u oratorios donde se reunían para orar cerca de las sepulturas de quienes habían muerto santamente.

 Los egipcios también enterraban a sus muertos fuera de las ciudades. En Necrópolis como las emplazadas junto a los desiertos de Tebas y Menfis en Egipto. El llano de las Momias (de 12Km2), la serie de tumbas excavadas en la roca en Cirenaica, las de Etruria y Campania hechas de roca o tierra, la vía sagrada de Atenas bordeada de monumentos funerarios, la calle de las tumbas de Pompeya, los pudrideros o puticuli y colinae construidos extramuros, los columbarios destinados a depósito de las cenizas de los funcionarios del Estado, las pirámides y las mastabas de los faraones y altos dignatarios del antiguo Egipto.
Los hebreos, griegos y romanos que componían la iglesia católica en sus principios,
estaban obligados por el dogma de sus religiones y por las leyes civiles a enterrar
los cadáveres en Necrópolis fuera de las ciudades.
Los cementerios fueron instituciones cristianas, los dos primeros entierros mencionados en los hechos de los apóstoles fueron lo de Ananías y Safira, su mujer, que expiraron a los pies de San Pedro.
La voz cementerio significa “lugar de descanso, de dormición”. Procede del griego Koimeterion, de Koimeo “Yo descanso, yo duermo”. Los cristianos celebraban asimismo sus ágapes o comidas funerarias en aquellos lugares, naciendo así la institución de altares sobre los sepulcros de los mártires.
En España, pese a existir una legislación muy antigua en contra, se enterraba a los reyes en las iglesias y monasterios, y a los fieles dentro y fuera de las iglesias.
La antiquísima costumbre de vestir de negro, en los funerales, muy extendida en toda cultura occidental, pretende significar una manifestación de respeto hacia el difunto. Existen estudios antropológicos que coinciden en señalar como posible origen el miedo ancestral de los vivos a ser poseídos por el espíritu de los muertos, así los hombres primitivos pintarían en los ritos funerarios sus cuerpos de negro para impedir, al quedar camuflados, que el alma del finado encontrara un cuerpo donde asentarse. Esta hipótesis se ve corroborada por el hecho de que los habitantes de ciertas tribus africanas actuales se cubren en los funerales con cenizas blancas, escondiendo así el color negro de su piel a las almas perdidas. Algo parecido sucede también en la India, donde el color de luto es tradicionalmente el blanco, en contraposición a la tez morena de sus naturales.

El Protocolo o Ceremonial, es las pompas y las solemnidades con que se hace un entierro o unas exequias. El funeral o los honores tributados a los que parten de este mundo, contienen en la solemnidad, el protocolo o ceremonial y constituye ceremonias, ritos y supersticiones de todos los pueblos.
La iglesia católica guarda sumo respeto a los restos de los fieles difuntos, como templos que fueron del Espíritu Santo y como cuerpos que han de resucitar algún día, a una vida eterna, en virtud de la unión que tuvieron con el cuerpo de Cristo, que en ellos depositara un germen de inmortalidad.
Por eso vale tributar honores solemnes a los difuntos, en virtud de las santas esperanzas y de los remontados ideales religiosos. Por lo que el protocolo, el ceremonial, y la precedencia están presentes en esos momentos emotivos y que ayuda mucho para una mejor solemnidad.
ANTECEDENTE
 
La costumbre de velar a los difuntos antes de enterrarlos, nació en los monasterios medievales, en los cuales se establecieron turnos sucesivos de monjes que rezaban salmos junto al cadáver del difunto. Al difunto se suele guardar uno o más días, según las múltiples costumbres locales, como no sea caso de putrefacción.
Las exequias, según el rito romano, empiezan (cuando se da el caso), en la casa del difunto, con la in casación (bendición), el asperges (rociadura) y el salmo (oración o canto). Luego se emprende la marcha hacia la agencia funeraria.

Exequias del francés obséques, funérailles. Del italiano esequie, del inglés funeral ritos, exequies, obsequies. Del latín exequiae, son las honras funerales que se hacen a un difunto. Y en las que se designan los oficios y ritos del enterramiento de los fieles cristianos en la iglesia, y de los oficios que se suelen seguir.
En las exequias, el protocolo, el ceremonial, y la precedencia son el conjunto de formalidades y de solemnidades, que se establecen y, que deben aplicarse en orden y armonía, así con el cuidado en los detalles que este evento tiene. Al organizar las exequias, trae como ventaja el método y la disciplina con que deben ser tratadas. En éste acto, la formalidad, la exactitud y la preferencia, se deben mostrar y aplicar con tacto y seguridad. Su organización debe ser solemne, ya que está sujeto a la observación, interpretación y juicio de otras personas para quienes las acciones, coordinación, decisiones o directrices son de interés y fuente de información más de lo que se imagina.
 
 

 

 

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